De Padang a Talawi
Después de una parada en la mezquita para la oración de la noche, continuamos el viaje por un camino lleno de baches y camiones que sueltan un humo negro y apestoso. Estoy muy contento cuando finalmente llegamos a su pueblo, Talawi!
Rina en acción |
Paso 3 días en el pueblo, charlando con Rina, que es la única que habla inglés, de cosas muy interesantes. Me explica que tenía un novio canadiense y no pudo casarse con él porque la madre no aprobó la boda y que en Indonesia dos personas de una religión diferente no se pueden casar.
También me dice que su marido es muy musulmán y que un día volvió a casa con la propuesta de casarse con otra mujer, y ella le dijo que adelante, pero que antes, se separase de ella. Gracias a los suegros, el marido cambió de opinión, y ahora está obsesionado con ir a Afganistán para luchar contra los estadounidenses.
El domingo vamos a dar un paseo y me invita a desayunar “Lontong”, un arroz compacto con curry y unas patatas rosas. En todas partes hay motos y coches con hombres que llevan perros y Rina me dice que muchos hombres salen a cazar jabalíes, y si los atrapan, son llevados en medio de un campo de fútbol donde liberan a los perros y apuestan a ver qué perro matará y devorará al cerdo más rápido.
A ella no le gusta nada esta actividad, debido a la crueldad involucrada, y a su marido menos, porque el perro es impuro según los musulmanes y después de tocar uno hay que lavarse las manos con tierra 7 veces antes de entrar en la mezquita!
Me despido de la familia muy contento de haberme hospedado, alimentado y explicado tantas cosas durante estos días. Estoy seguro de que si me quedo unos días más me convierten al islamismo y me encuentran una mujer musulmana!
Subir el volcán Kerinci (3805 metros)
Llegar a la zona de Kerinci (300 km al sur) es una aventura. Pregunto a diferentes personas a qué hora pasa el autobús (“Berapa Jam bis ke Kersik Tua”) y recibo 4 respuestas diferentes: “A las 2, a las 5, a las 7…”. Un día y medio después llego a Kersik Tua, un pueblo ruidoso con motocicletas tuneadas que no pasarían el control de ruido de la Guardia Urbana, rodeada de campos de té y verduras y el volcán Kerinci, de 3805 metros, cubierto por una nube. Mujeres y hombres con sombreros circulares y bien cubiertos de plásticos, para no rascarse la piel o quemarse, recogen las hojas más tiernas de las plantas de té y las colocan en un saco que llevan en la espalda.
Es difícil encontrar el camino que sube al volcán, pero una vez lo encuentro, ¡sólo hay que seguir subiendo! El ascenso de 9 horas es magnífico, cruzando una densa selva con monos, ardillas y aves, llegando a una zona con arbustos y luego a una zona yerma con material volcánico rosa y olor a azufre. La puesta de sol es increíble, con los colores pastel del volcán y nubes espectaculares más abajo.
Trato de prender un fuego a 3500 metros para calentar la cena, pero no hay manera, el encendedor no funciona. ¿Debe ser por falta de oxígeno? La verdad es que es la primera vez que estoy en un lugar donde no hay bombonas de gas y me dan ganas de comprar uno de esos hornillos que van con gasolina.
El día siguiente, temprano, subo a la cima, y admiro el impresionante cráter, con una nube de azufre que se eleva desde un lago verde en el fondo del cono. ¡Mágico!
Cumbre De Kerinci con una nube de gas volcánico |
Una vez en Kersik Tua de nuevo, conozco unos indonesios de padres indios que están como una cabra y me hablan todo el tiempo en indonesio aunque yo siga diciendo “Saya Tidak mengerti” (No te entiendo). Después de hacer unas fotos tipo conjunto de rock, tomo el autobús nocturno que va a Bukkitingi esperando poder dormir después del largo día en la cima del volcán.
¡Qué iluso! ¡El mini-bus llega 2 horas tarde y con la música a todo volumen! Estoy en la parte trasera del bus y tengo un altavoz por encima de la oreja izquierda y otro de la derecha. El conductor pasa una bolsa de plástico anti-vomito hacia atrás diciendo “bulé” (turista).
Bukkitingi: flores gigantes, café Luwak y el volcán Marapi (2891 m)
Diez largas horas más tarde y habiendo dormido razonablemente bien, teniendo en cuenta las circunstancias, llego a Bukkitingi, un agradable pueblo turístico de indonesios y “bulés”, donde hay recogida de basuras y carros tirados por caballos que van arriba y abajo.
Aprovecho para conocer otros viajeros y hacer una excursión de 2 horas por la selva para ver la Raflesia, la flor más grande del mundo, que crece 15 km al noroeste en Palupuh. La flor, que tarda 1 año y medio en crecer y se abre durante 7 días, huele a jabalí. Puede llegar a medir un metro y medio, aunque la que vimos era más pequeña.
Al regresar al pueblo, nos invitaron a una casa donde bebimos un café Luwak, por $2, 4 veces el precio de un café normal. El café Luwak está hecho de heces de ‘civet cat’, gato salvaje. De las diferentes especies de gatos salvajes, eligen una especie que se alimenta básicamente de café silvestre y otras plantas, pero que es estrictamente vegetariano. Esto significa que sus heces no apestan. Y son precisamente las heces de estos gatos el ingrediente principal del café Luwak. 6 días secándose al sol y tostadas durante 1 hora con madera de árbol de Canela, se deja enfriar dos horas y, ¡voilá! Ya se puede disfrutar de un delicioso café Luwak, que dicen que es ideal para el cutis y el estómago!
Con otros viajeros, decidimos subir el volcán Marapi de 2891 metros. El cráter es tan increíble como el de Kerinci: cada pocas horas libera una nube de cenizas y todas las chimeneas laterales lanzaban nubes de gas al lado de un enorme cráter principal.
Una vez bajamos del volcán, decido coger mis cosas e ir a Padang de nuevo, para tomar un barco y visitar las tribus Mentawai de Siberut.
Yep yep Yep
Más fotos en https://picasaweb.google.com/109101372812336982551/OestSumatra
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